Violencia de género, una lacra infame
Juan
Antonio Bernabeu 11.11.2015 | 03:49 www.diarioinformacion.es
Se
denomina violencia de género a todo acto de violencia que se ejerce
contra las mujeres por el simple hecho de serlo y que tiene como
resultado posible o real un daño físico, sexual, psicológico o
emocional, ya sea en la vida pública o en la privada.
El
hecho de que el hombre utilice la violencia de género es un acto
cultural y aprendido; de hecho las investigaciones indican que
hombres maltratadores han sufrido malos tratos de algún tipo en su
infancia y/o adolescencia. Tratar psicológicamente a un agresor es
posible y efectivo, sobre todo si asume la responsabilidad de sus
actos y tiene una motivación para el cambio. Y a modo preventivo, se
trataría de interrumpir el aprendizaje intergeneracional de
conductas agresivas y violentas.
Que
la mujer no exprese las agresiones se debe también por aprendizaje,
a una respuesta que ha visto en su entorno y que sigue repitiendo. En
ocasiones, es un acto consciente, ya que cuando piensa en cambiar su
situación aparece el miedo, las dudas y la incertidumbre sobre cómo
será su vida si se aleja del agresor. Como en tantas otras
ocasiones, el miedo paraliza y bloquea. La violencia de género es un
problema estructural, dado que se asienta en la base de las
estructuras sociales, sobre unos cimientos de poder-sumisión
establecidos por el patriarcado a lo largo de la historia.
La
violencia de género hunde sus raíces en la propia estructura de la
sociedad patriarcal. Parte de una ideología en la que el propio
orden social se da a través del sistema patriarcal. Esa es su base
estructural e ideológica. Se imparte mediante el adoctrinamiento
socializador desde el nacimiento y a lo largo de la formación del
individuo como persona. Las personas así socializadas, cuando llegan
a la adultez se convierten en defensoras y militantes de la ideología
impuesta, y convencidas de sus valores aprendidos los propagan
irremisiblemente. Este sistema socializador ha conferido un papel de
poder y dominación del hombre sobre la mujer, a quien le ha otorgado
el papel de sumisión. La génesis de la violencia de género la
encontramos en las desigualdades sociales existentes entre hombres y
mujeres, es decir en la inequidad.
La
violencia de género tiene carácter estructural, lo que significa
que no se debe a rasgos singulares, concretos y patológicos de una
serie de individuos, sino que tiene rasgos organizados de una forma
cultural de definir las identidades y las relaciones entre los
hombres y las mujeres. La violencia contra las mujeres se produce en
una sociedad que mantiene un sistema de relaciones de género que
perpetúa la superioridad de los hombres sobre las mujeres y asigna
diferentes atributos, roles y espacios en función del sexo. Es una
violencia que, históricamente, se ha sustentado en unas formas,
modos y costumbres culturales que toleraban y admitían socialmente
que los hombres utilizasen la violencia para afianzar su autoridad y
mandato.
Por
desgracia, las ideas de que el hombre puede controlar a la mujer, de
que el hombre es dueño de la mujer, de que el hombre es mejor que la
mujer porque es más fuerte, siguen vigentes en la sociedad española
actual. Como consecuencia de ello la violencia de género ha estado,
está y estará presente en España como uno de los tipos de
violencia que hay que erradicar. El machismo es la causa de una gran
parte de los casos de violencia de género, aunque, ¿podemos
asegurar con rotundidad que está detrás del 100% de los casos de
violencia de género? ¿Todos los asesinatos de mujeres a manos de
sus hombres se basan en el machismo? ¿O puede haber alguno en el que
se trate del trágico desenlace de una discusión en la que los dos
pierden los nervios, pero el hombre en mayor medida y acaba matando a
su mujer?
Dada
la dificultad de concienciar a la población en unos pocos años
frente a un modo de vida instaurado desde hace siglos, sólo queda la
prevención para intentar que haya menos muertes por violencia de
género. Es muy difícil impedir que un hombre mate a una mujer si
hay denuncia de por medio, aunque haya orden de alejamiento. Porque
es prácticamente imposible, desgraciadamente, impedir que un hombre
–salvo que esté en la cárcel– mate a una mujer, al igual que es
prácticamente imposible impedir cualquier otro tipo de delito, como
los robos, los atracos u otros asesinatos no catalogados como
violencia de género.
La
pregunta es, ¿cómo acabar con la violencia de género? ¿Cómo
eliminar de la sociedad española todo atisbo de sometimiento de la
mujer? ¿Cómo evitar que un hombre crea que es superior a su mujer
sólo porque él es el hombre y sólo porque ella es mujer? ¿Cómo
impedir que en su casa o en la calle un hombre machista grite,
amenace, pegue o mate a su mujer? Al final son actos que responden a
ideas y una idea, un modo de pensar, una creencia, no se puede borrar
de la faz de la Tierra ni destruir como se destruyen las armas.
Impedir un acto en una ocasión no es ganar la guerra, es ganar una
pequeña batalla. Salvar a 1.000 mujeres es un gran logro, pero no el
definitivo. El trabajo de concienciación y de cambio de pensamiento
es muy complejo como para solucionarlo con unos cuantos años de
campañas. Con el paso del tiempo, si no se deja de trabajar, podría
reducirse o acabarse esta lacra infame. Sigamos por este camino,
reconociendo las debilidades y fortaleciendo las fortalezas.
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