Uno de los personajes que más interesantes encuentro de La casa de los espíritus,
de Isabel Allende, es el tío Marcos, a pesar de sus breves
intervenciones. Es el viajero, el aventurero, el explorador y el
idealista. Un inconformista que sueña con un mundo mejor. Ese carácter
se lo transmite en parte a Clara, quien hereda de él esas ganas de vivir
y esa ilusión que necesitará para las vivencias tan duras que soportará
a lo largo de su vida. De su tío Marcos hereda además al fantástico
perro Barrabás, con quien comienza y acaba la novela.
El
idealismo del tío Marcos se representa de manera simbólica con sus
ansias de volar. Marcos asombraba siempre a sus vecinos y lo que más los
maravilló a todos fue cuando construyó un aeroplano, un pájaro gigante
que parecía un águila, siguiendo las instrucciones de un manual inglés.
Montó las piezas y anunció que iba a cruzar la cordillera con el
aparato. Su partida fue un día de fiesta, se reunió una gran
aglomeración de curiosos ilusionados y escépticos que solo se repetiría
con el primer candidato democrático, algo que nos habla de la necesidad
de soñar de este pueblo.
Contra todo pronóstico
surcó los aires. Cómo pasó mucho tiempo sin saber de él lo dieron por
muerto y hasta celebraron un entierro. Sin embargo, regresó vivo y
triunfal, aunque a efectos legales era un cadáver. Moriría tiempo
después de una peste en uno de sus viajes.
Marcos
se inspira para volar en las ideas de Leonardo da Vinci, quien en el
siglo XV ideó varias máquinas voladoras mediante la observación de los
pájaros. Aunque los aviones diseñados por Da Vinci, técnicamente, eran
incapaces de volar, sorprende la minuciosidad y la inventiva con que
diseñó sus aparatos, los ornitópteros.
Tendrían
que pasar muchos años antes de que volara el primer planeador, fue en
1799 cuando precisamente un inventor inglés, George Cayley, (los planos
en que se basaba el tío Marcos eran ingleses) diseñara el primer
planeador moderno.
El sueño de volar ha estado
siempre presente en el ser humano que desde sus albores ha envidiado a
los pájaros. Sin embargo, esta ambición, tradicionalmente, se ha
considerado al mismo tiempo un pecado. Esa vanidad de querer parecerse a
los dioses fue castigada en el mito de Ícaro, quien tuvo alas pero se
quemó por volar demasiado cerca del Sol. Como Ícaro, Marcos acaba
cayendo y viendo destrozado su sueño, pero él no se desalienta y volverá
a sus expediciones, de las que regresa con Barrabás. Además, Marcos
sobrevive a la caída de su aparato volador, aunque todos lo hayan dado
por muerto (tal vez de manera premonitoria).
En
conclusión, lo que más entrañable me resulta del personaje es ese
idealismo que lo lleva incluso a volar y a emprender una aventura tras
otra por temerarias que resulten. Representa lo imposible hecho
realidad. Gracias a que materializó su sueño de volar muestra a la
población entera que es posible superar cualquier obstáculo, que se
puede vencer incluso a un enemigo infranqueable. Es un personaje
envuelto además por esa magia realista que impregna toda la novela, pues
aunque tras sus inventos y viajes haya realidades, también se resuelven
de manera mágica e imposible. Creer en el tío Marcos es creer en la
magia en su vertiente más ilusionante, maravillosa y luminosa.
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