miércoles, 2 de diciembre de 2015

El tío Marcos en La casa de los espíritus, de Isabel Allende

Uno de los personajes que más interesantes encuentro de La casa de los espíritus, de Isabel Allende, es el tío Marcos, a pesar de sus breves intervenciones. Es el viajero, el aventurero, el explorador y el idealista. Un inconformista que sueña con un mundo mejor. Ese carácter se lo transmite en parte a Clara, quien hereda de él esas ganas de vivir y esa ilusión que necesitará para las vivencias tan duras que soportará a lo largo de su vida. De su tío Marcos hereda además al fantástico perro Barrabás, con quien comienza y acaba la novela.
El idealismo del tío Marcos se representa de manera simbólica con sus ansias de volar. Marcos asombraba siempre a sus vecinos y lo que más los maravilló a todos fue cuando construyó un aeroplano, un pájaro gigante que parecía un águila, siguiendo las instrucciones de un manual inglés. Montó las piezas y anunció que iba a cruzar la cordillera con el aparato. Su partida fue un día de fiesta, se reunió una gran aglomeración de curiosos ilusionados y escépticos que solo se repetiría con el primer candidato democrático, algo que nos habla de la necesidad de soñar de este pueblo.
Contra todo pronóstico surcó los aires. Cómo pasó mucho tiempo sin saber de él lo dieron por muerto y hasta celebraron un entierro. Sin embargo, regresó vivo y triunfal, aunque a efectos legales era un cadáver. Moriría tiempo después de una peste en uno de sus viajes.
Marcos se inspira para volar en las ideas de Leonardo da Vinci, quien en el siglo XV ideó varias máquinas voladoras mediante la observación de los pájaros. Aunque los aviones diseñados por Da Vinci, técnicamente, eran incapaces de volar, sorprende la minuciosidad y la inventiva con que diseñó sus aparatos, los ornitópteros.
Tendrían que pasar muchos años antes de que volara el primer planeador, fue en 1799 cuando precisamente un inventor inglés, George Cayley, (los planos en que se basaba el tío Marcos eran ingleses) diseñara el primer planeador moderno.
El sueño de volar ha estado siempre presente en el ser humano que desde sus albores ha envidiado a los pájaros. Sin embargo, esta ambición, tradicionalmente, se ha considerado al mismo tiempo un pecado. Esa vanidad de querer parecerse a los dioses fue castigada en el mito de Ícaro, quien tuvo alas pero se quemó por volar demasiado cerca del Sol. Como Ícaro, Marcos acaba cayendo y viendo destrozado su sueño, pero él no se desalienta y volverá a sus expediciones, de las que regresa con Barrabás. Además, Marcos sobrevive a la caída de su aparato volador, aunque todos lo hayan dado por muerto (tal vez de manera premonitoria).
En conclusión, lo que más entrañable me resulta del personaje es ese idealismo que lo lleva incluso a volar y a emprender una aventura tras otra por temerarias que resulten. Representa lo imposible hecho realidad. Gracias a que materializó su sueño de volar muestra a la población entera que es posible superar cualquier obstáculo, que se puede vencer incluso a un enemigo infranqueable. Es un personaje envuelto además por esa magia realista que impregna toda la novela, pues aunque tras sus inventos y viajes haya realidades, también se resuelven de manera mágica e imposible. Creer en el tío Marcos es creer en la magia en su vertiente más ilusionante, maravillosa y luminosa.

domingo, 22 de noviembre de 2015

Artículo de opinión sobre la violencia de género


Violencia de género, una lacra infame

Juan Antonio Bernabeu 11.11.2015 | 03:49 www.diarioinformacion.es
Se denomina violencia de género a todo acto de violencia que se ejerce contra las mujeres por el simple hecho de serlo y que tiene como resultado posible o real un daño físico, sexual, psicológico o emocional, ya sea en la vida pública o en la privada.
El hecho de que el hombre utilice la violencia de género es un acto cultural y aprendido; de hecho las investigaciones indican que hombres maltratadores han sufrido malos tratos de algún tipo en su infancia y/o adolescencia. Tratar psicológicamente a un agresor es posible y efectivo, sobre todo si asume la responsabilidad de sus actos y tiene una motivación para el cambio. Y a modo preventivo, se trataría de interrumpir el aprendizaje intergeneracional de conductas agresivas y violentas.
Que la mujer no exprese las agresiones se debe también por aprendizaje, a una respuesta que ha visto en su entorno y que sigue repitiendo. En ocasiones, es un acto consciente, ya que cuando piensa en cambiar su situación aparece el miedo, las dudas y la incertidumbre sobre cómo será su vida si se aleja del agresor. Como en tantas otras ocasiones, el miedo paraliza y bloquea. La violencia de género es un problema estructural, dado que se asienta en la base de las estructuras sociales, sobre unos cimientos de poder-sumisión establecidos por el patriarcado a lo largo de la historia.
La violencia de género hunde sus raíces en la propia estructura de la sociedad patriarcal. Parte de una ideología en la que el propio orden social se da a través del sistema patriarcal. Esa es su base estructural e ideológica. Se imparte mediante el adoctrinamiento socializador desde el nacimiento y a lo largo de la formación del individuo como persona. Las personas así socializadas, cuando llegan a la adultez se convierten en defensoras y militantes de la ideología impuesta, y convencidas de sus valores aprendidos los propagan irremisiblemente. Este sistema socializador ha conferido un papel de poder y dominación del hombre sobre la mujer, a quien le ha otorgado el papel de sumisión. La génesis de la violencia de género la encontramos en las desigualdades sociales existentes entre hombres y mujeres, es decir en la inequidad.
La violencia de género tiene carácter estructural, lo que significa que no se debe a rasgos singulares, concretos y patológicos de una serie de individuos, sino que tiene rasgos organizados de una forma cultural de definir las identidades y las relaciones entre los hombres y las mujeres. La violencia contra las mujeres se produce en una sociedad que mantiene un sistema de relaciones de género que perpetúa la superioridad de los hombres sobre las mujeres y asigna diferentes atributos, roles y espacios en función del sexo. Es una violencia que, históricamente, se ha sustentado en unas formas, modos y costumbres culturales que toleraban y admitían socialmente que los hombres utilizasen la violencia para afianzar su autoridad y mandato.
Por desgracia, las ideas de que el hombre puede controlar a la mujer, de que el hombre es dueño de la mujer, de que el hombre es mejor que la mujer porque es más fuerte, siguen vigentes en la sociedad española actual. Como consecuencia de ello la violencia de género ha estado, está y estará presente en España como uno de los tipos de violencia que hay que erradicar. El machismo es la causa de una gran parte de los casos de violencia de género, aunque, ¿podemos asegurar con rotundidad que está detrás del 100% de los casos de violencia de género? ¿Todos los asesinatos de mujeres a manos de sus hombres se basan en el machismo? ¿O puede haber alguno en el que se trate del trágico desenlace de una discusión en la que los dos pierden los nervios, pero el hombre en mayor medida y acaba matando a su mujer?
Dada la dificultad de concienciar a la población en unos pocos años frente a un modo de vida instaurado desde hace siglos, sólo queda la prevención para intentar que haya menos muertes por violencia de género. Es muy difícil impedir que un hombre mate a una mujer si hay denuncia de por medio, aunque haya orden de alejamiento. Porque es prácticamente imposible, desgraciadamente, impedir que un hombre –salvo que esté en la cárcel– mate a una mujer, al igual que es prácticamente imposible impedir cualquier otro tipo de delito, como los robos, los atracos u otros asesinatos no catalogados como violencia de género.
La pregunta es, ¿cómo acabar con la violencia de género? ¿Cómo eliminar de la sociedad española todo atisbo de sometimiento de la mujer? ¿Cómo evitar que un hombre crea que es superior a su mujer sólo porque él es el hombre y sólo porque ella es mujer? ¿Cómo impedir que en su casa o en la calle un hombre machista grite, amenace, pegue o mate a su mujer? Al final son actos que responden a ideas y una idea, un modo de pensar, una creencia, no se puede borrar de la faz de la Tierra ni destruir como se destruyen las armas. Impedir un acto en una ocasión no es ganar la guerra, es ganar una pequeña batalla. Salvar a 1.000 mujeres es un gran logro, pero no el definitivo. El trabajo de concienciación y de cambio de pensamiento es muy complejo como para solucionarlo con unos cuantos años de campañas. Con el paso del tiempo, si no se deja de trabajar, podría reducirse o acabarse esta lacra infame. Sigamos por este camino, reconociendo las debilidades y fortaleciendo las fortalezas.

jueves, 12 de noviembre de 2015

Textos para comentar


Las palizas y las frases. Javier Marías. El País

Con la excepción de los kale borrokos y similares, que nunca dejaron de amenazar y dar palizas cubriéndose los unos a los otros en grupo contra una sola víctima, hemos tenido pocas agresiones cobardes en nuestro país en los últimos decenios. Parecía que por fin los españoles habían renunciado al ataque físico de quienes les cayeran mal, o pensaran o dijeran cosas con las que estaban en desacuerdo, o tuvieran una sexualidad que los “ofendía”, o fueran de otra raza o de otra religión o sin ella, o hinchas de otro club de fútbol. Claro que siempre ha habido alguna que otra tunda y algún que otro asesinato, pero han sido escasos en comparación con el número de individuos y de días, un goteo casi inevitable. Desde hace unos años, sin embargo, se empezó a hacer uso de la coacción y de la fuerza. Se dio poca importancia al hecho de que en Universidades catalanas y madrileñas destacamentos de “independentistas” o “izquierdistas” (alumnos y profesores mezclados, no todos imberbes) impidieran hablar o pronunciar conferencias a personalidades que les resultaban ingratas. Y no se ha dado suficiente importancia al hecho grave de que entre esos reventadores se encontraran destacados miembros de Podemos, si no me equivoco. Con esa lenidad empezó a “normalizarse” algo que nunca puede ser normal, a saber: vetar, censurar, arrebatar la palabra, prohibírsela por las bravas a quienes sostienen posturas contrarias.
Este verano … Bueno, ojalá haya sido sólo producto del infernal calor continuado, que, como sabe todo el mundo menos nuestros gobernantes (que nos lo incrementan con el demencial cambio horario que hace eternas las tardes, sin apenas ahorro), desquicia y exalta los ánimos. Lo cierto es que ha habido días en que uno abría el periódico y se enteraba de una agresión tras otra, no individuales –que también–, sino de la modalidad “pandilla”. Se ha pegado a homosexuales, absolutamente aceptados por el conjunto de la sociedad; se ha apaleado a indigentes, aunque eso sea repulsivo entretenimiento de señoritos en todas las estaciones; se ha zumbado a inmigrantes; se ha grabado la esvástica a navaja en el brazo de un chico; y, como lamentable novedad que debería hacer saltar todas las alarmas, se ha enviado al hospital a una joven con la mayoría de edad recién cumplida, representante del partido Vox en Cuenca. Cuando escribo esto, los agresores aún no han sido detenidos, y ya han pasado bastantes fechas. Se sabe que fueron tres, una mujer y dos varones; que atacaron a la muchacha por la espalda y se ensañaron con ella hasta dejarla inconsciente en el suelo; que la llamaron “fascista” y que la tenían en el punto de mira: “Es ella, a ver si ahora es tan valiente”, les oyó decir la víctima justo antes de los valientes puñetazos y patadas colectivos. En algún momento se especuló con que el motivo de la paliza pudiera haber sido que esa joven había osado defender las corridas la víspera en las redes sociales. La mera especulación es para echarse a temblar: defensores de los animales prestos a tundir a los de su propia especie con aficiones que les desagraden. Pero no parece que sea el caso: más bien se ha tratado de violencia –esta sí– fascista, semejante a la que practicaban los falangistas antes de la Guerra Civil (y también sus equivalentes de izquierdas). Es un suceso gravísimo que pueda actuarse así por diferencias políticas.
Desde que esas redes sociales se han masificado, demasiada gente se ha acostumbrado a escribir salvajadas de todo tipo, amparándose en el anonimato. Si subrayo el verbo es porque, como sabemos los plumillas, no es lo mismo decir que escribir. La lengua es rápida, casi tanto como el pensamiento, pero lo que sale de ella se esfuma y no perdura un instante, y siempre se puede negar haberlo soltado, o retractarse de inmediato. La escritura requiere “composición”, por irreflexiva y veloz que sea. La frase más tosca y peor redactada ha debido pensarse mínimamente antes de darle a la tecla. Ha debido construirse. Por seguir con la rabia antitaurina, si un torero es cogido gravemente, el comentario en el bar sería más o menos: “Ojalá el toro lo hubiera matado”. Un tuit, se quiera o no, es siempre un poco más elaborado: “Lo único que lamento es que no te reventara la femoral y te desangraras como un cerdo, hijo de puta asesino”, por ejemplo. Esto queda, se retuitea y se propaga, a diferencia del comentario oral. Guste o no, hay ahora un lugar plagado de frases deseándoles la muerte a otros, o amenazándolos con ella. Frases que flotan indefinidamente, que permanecen, que no se las lleva el viento, como se decía tradicionalmente que ocurría con las palabras. Pasar a la realización de los deseos es tanto más tentador y fácil cuanto menos efímera es la expresión de esos deseos, o es cuanto más persistente. En lo escrito no se suele matizar con el tono, sea de exageración, de guasa, de ganas de provocar y escandalizar … sin ir del todo en serio. Cabe la literalidad en mucha mayor medida que en lo dicho. A todo esto tampoco se le concede importancia, o apenas. El paso siguiente a la literalidad, sin embargo, el que jamás debería darse, es cumplir las amenazas y los deseos … eso, al pie de la letra, como si aún fueran sólo frases.


No hay nada más común que una rareza. Rosa Montero. El País
Me encanta la tercera acepción del diccionario de la RAE de la palabra normal: “Que, por su naturaleza, forma o magnitud, se ajusta a ciertas normas fijadas de antemano”. Ojalá fuera esa la primera definición del término, en lugar de la que ahora figura (“que se halla en su estado natural”), porque expresa a la perfección lo que siempre he pensado, a saber, que vivimos presos de un trágico malentendido consistente en creer que, cuando hablamos de normalidad, nos estamos refiriendo a lo más habitual, lo mayoritario, lo “natural”, como dice la primera voz. Cuando, en realidad, de lo que estamos hablando es de la norma, de la ley, de una convención previamente fijada. De un marco al que intentamos adaptarnos, pero que en realidad no define a nadie o casi nadie. Y es que tengo la profunda sospecha de que los individuos “perfectamente normales” son escasísimos. A veces llego a pensar que en realidad no existen, que son un simple mito, como los dragones escamosos o el unicornio alado.
La vida me ha demostrado que, en realidad, todos estamos llenos de rarezas y de pequeñas manías. Aunque las ocultamos celosamente, por lo general no les damos mayor importancia, y con razón, porque las rarezas se repiten muchísimo: o sea, es más habitual ser raro que normal. Hace años escribí un artículo sobre esas manías secretas, a raíz de haber descubierto que una conocida, la más sensata, serena y confiable de su grupo de amigos, llevaba toda su vida guardando en cajitas de cerillas las uñas que se recortaba en manos y pies. A mí me había parecido algo sorprendente, pero luego me escribieron tres lectores diciendo que ellos hacían lo mismo. Creo que ser verdaderamente raro es imposible. Lo cual resulta bastante consolador.
El pasado mes de julio participé en un curso formidable en El Escorial, uno de esos de verano de la Complutense. Lo dirigía Raúl Gómez Gómez y se titulaba prometedoramente Los excesos de lo normal y los defectos de la cordura, un enunciado que también suscribo. Pues bien, cuando di mi charla se me ocurrió preguntar a la gente por sus rarezas. Si tres personas contáis vuestras manías, yo contaré la mía, propuse como quien cambia cromos. La sala estaba llena y me pareció que me miraban con ganas de sincerarse, pero cohibidos. Con pudor, con recelo, con timidez. Al cabo, dos o tres se animaron a hablar, aunque relatando comportamientos muy comunes, como, por ejemplo, fijarse en las matrículas de los coches y hacer cálculos matemáticos con ellas. Pero, cuando el encuentro terminó, unos cuantos se acercaron discretamente a mí y me confesaron en la intimidad unas rarezas estupendas.
Voy a contar dos que me encantaron, por lo diferentes y complejas. Un hombre me dijo que, cada vez que recogía la colada de la cuerda del patio, dejaba caer a propósito un calcetín; y que luego iba comprobando periódicamente si la prenda seguía allá abajo, en el suelo, o si la conserje lo había rescatado ya, que era lo que, antes o después, terminaba sucediendo. Luego la mujer lo dejaba en un reborde de la escalera, para que lo encontrara el vecino que lo hubiera perdido. Y ahí nuestro amigo recuperaba su calcetín, todo feliz. No me digan que no es un relato formidable: qué significará ese calcetín para ese hombre, por qué necesitará comprobar tan a menudo que hay alguien que cuida de él y que no permite que se pierda. A menudo hacemos poesía con nuestras vidas sin saberlo.
La otra rareza también es genial. Una mujer me contó que, cada vez que viajaba, iba dejando su ropa en las habitaciones de los hoteles y regresaba a casa con la maleta vacía. ¡Guau! Eso sí que es un viaje liberador, un trayecto hacia la ingravidez, una ceremonia de purificación. Mientras los demás solemos ir engordando nuestro equipaje en los viajes y regresamos con el doble de la carga con la que nos fuimos (una metáfora de la pesadumbre de la vida), esta mujer vuela.
Ambos hábitos son tan elocuentes y curiosos, en fin, que parecen inventados. Pero no: son reales. Aún más: estoy convencida de que debe de haber por ahí más gente que haga lo mismo, porque, como he dicho antes, no hay nada más común que una rareza. La mía, por cierto, es de lo más vulgar: duermo con la almohadita de mi cuna, es decir, soy como Linus, el amigo de Charlie Brown, y su frazada. ¿Y ustedes? Permítanse una pequeña libertad y saquen sus manías del armario.

Petrarca


Petrarca




Francesco Petrarca vivió, respetado y reconocido por los hombres de su tiempo, en la Italia del siglo XIV, pocas décadas antes de que la revolución humanista se apoderara de la sociedad italiana. Aquella revolución, el Renacimiento, que puso el ser humano en el centro del universo y cambió la historia del mundo occidental, tiene un antecedente fundamental en la obra de Petrarca. El poeta y pensador italiano rescató y difundió con un trabajo incansable los grandes autores clásicos. Y, a su vez, escribió páginas que se convirtieron pronto en clásicas. Siete siglos después de su nacimiento, el mundo de la cultura celebra el hombre y reflexiona sobre su obra, con conferencias, exposiciones y conciertos.


Petrarca cantó su amor por Laura, y el dolor por su muerte, a causa, probablemente, de la misma epidemia de peste que constituye el marco narrativo del Decameron de Boccaccio (de quien Petrarca fue amigo y maestro). Aquel canto es una lección inolvidable. Pero su amor -y la lección- más grande fue, quizás, el deseo de conocimiento: el amor visceral por los libros que buscó, estudió y coleccionó hasta el día de su muerte.


Poeta y humanista italiano. Durante su niñez y su primera adolescencia residió en distintas ciudades italianas y francesas, debido a las persecuciones políticas de que fue objeto su padre, adherido al partido negro güelfo. Cursó estudios de leyes en Carpentras, Montpellier, Bolonia y Aviñón, si bien nunca consiguió graduarse. Según relata en su autobiografía y en el
Cancionero , el 6 de abril de 1327 vio en la iglesia de Santa Clara de Aviñón a Laura, de quien se enamoró profundamente. Se han hecho numerosos intentos por establecer la identidad de Laura, e incluso sus contemporáneos llegaron a poner en duda su existencia, considerándola una creación para el juego literario. Petrarca defendió siempre, sin embargo, su existencia real, aunque sin revelar su identidad, lo que ha inducido a pensar que quizá se tratara de una mujer casada. Sí está comprobado, en cambio, que mantuvo relaciones con otras mujeres y que dos de ellas, cuyos nombres se desconocen, le dieron dos hijos: Giovanni y Francesca. La lectura de las
Confesiones
 de san Agustín en 1333 lo sumió en la primera de las crisis religiosas que le habrían de acompañar toda la vida, y que a menudo se reflejan en su obra, al enfrentarse su apego por lo terreno a sus aspiraciones espirituales. Durante su estancia en Aviñón coincidió con Giacomo Colonna, amistad que le permitió entrar al servicio del cardenal Giovanni Colonna. Para este último realizó varios viajes por países europeos, que aprovechó para rescatar antiguos códices latinos de varias bibliotecas, como el
Pro archia
 de Cicerón, obra de la que se tenían referencias pero que se consideraba perdida. Con el fin de poder dedicarse en mayor medida a la literatura, intentó reducir sus misiones diplomáticas, y para ello consiguió una canonjía en Parma (1348) que le permitió disfrutar de beneficios eclesiásticos. Posteriormente se trasladó a Milán, donde estuvo al servicio de los Visconti (1353-1361), a Venecia (1362-1368) y a Padua, donde los Carrara le regalaron una villa en la cercana población de Arqua, en la cual transcurrieron sus últimos años. Su producción puede dividirse en dos grupos: obras en latín y obras en lengua vulgar. Las primeras fueron las que le reportaron mayor éxito en vida, y en ellas cifraba Petrarca sus aspiraciones a la fama. Cabe destacar en este apartado el poema en hexámetros
 África
, que dejó inacabado y en el que rescata el estilo de Tito Livio, las doce églogas que componen el
Bucolicum carmen
 y la serie de biografías de personajes clásicos titulada
De viris illustribus
. Reflejo de sus inquietudes espirituales son los diálogos ficticios con san Agustín recogidos en el
Secretum
. Petrarca logró en vida una importante fama como autor latino y humanista, tal como prueba su coronación en Roma como poeta, en 1341. Sin embargo, sus poemas en lengua vulgar recogidos en el
Cancionero
 fueron los que le dieron fama inmortal. Aunque él los llamaba
nugae
 (pasatiempos), lo cierto es que nunca dejó de retocarlos, y preocuparse por su articulación en una obra conjunta, lo cual denota una voluntad de estilo que por otra parte resulta evidente en cada una de las composiciones, de técnica perfecta y que contribuyeron grandemente a revalorizar la lengua vulgar como lengua poética. En la primera parte del
Cancionero
, las poesías reflejan la sensualidad y el tormento apasionado del poeta, mientras que tras la muerte de Laura, acontecida según declara el poeta en 1348, su amor resulta sublimado en una adoración espiritual. Petrarca supo escapar a la retórica cortés del amor, transmitiendo un aliento más sincero a sus versos, sobre todo gracias a sus imágenes, de gran fuerza y originalidad. Su influencia se tradujo en la vasta corriente del petrarquismo.
Manuscrito del Cancionero de Petrarca, conservado en la Biblioteca Vaticana.
Su padre se llamaba Petrarco y era notario florentino, exiliado de Florencia por los mismos motivos que Dante. Su madre se llamaba Eletta Canigiani. En 1311 los padres de Petrarca se trasladaron a Carpentras, cerca de Aviñón, por ser la sede de los papas. Su padre le envió a estudiar a Montpellier y después, junto a su hermano, marchó a estudiar leyes a Bolonia. En 1326 regresó a Francia. En Aviñón conoció a Laura, de quien siempre estuvo enamorado aunque no fue correspondido: ella le inspiró una gran parte de sus composiciones.
Dilapidó el patrimonio paterno y no le quedó más remedio que tomar órdenes menores y dedicarse al estudio de los clásicos: leyó a Cicerón, Virgilio, Livio y, sobre todo, a San Agustín, aunque no se interesó por la escolástica. Fue nombrado capellán de familia en el año 1330 por el cardenal Giovanni Colonna, con quien viajó por toda Europa. Visitó París, Gante, Lieja, Aquisgrán, Colonia y Lyon. En 1337 visitó Roma por primera vez y quedó prendado de las antigüedades clásicas y cristianas.
De regreso a Aviñón, se retiró a Vanchuse, donde había adquirido una casa. El deseo de una vida solitaria y alejada de pasiones terrenales (había tenido dos hijos), no le restaron para nada su prestigio político y cultural. Recibió, en 1340, el ofrecimiento de la coronación poética por la redacción parcial del poema África: naturalmente, escogió Roma. El 8 de abril de 1341 fue coronado de manos del senador Orso dell'Anguillara. Antes había estado en presencia del rey Roberto de Anjou leyendo episodios del poema. Estuvo hospedado por Azzo da Correggio, cerca de Parma, en Selvapiana. Allí redactó la primera parte de África. En 1342, de nuevo en Vanchuse, buscó la tranquilidad, pero el nacimiento de su hija y la conversión de su hermano Gherardo, acentuaron su crisis espiritual. Volvió a viajar, ésta vez a Nápoles por encargo del Papa.
En Verona descubrió textos ciceronianos, entre ellos las Epístolas de Ático. En 1347 partió hacia Roma atraído por la reforma de Cola di Rienzo, aunque el cariz de los acontecimientos le hicieron quedarse en Parma. En 1348 conoció la muerte de Laura debida a la peste que asolaba Europa. Siguió recorriendo Italia: visitó Capri, Ferrara, Padua, Mantua, Florencia. En todas partes se le recibía con honores. Volvió a Provenza por encargo del Papa en 1351. Allí escribió las primeras epístolas a Carlos IV de Bohemia. De 1353-61 fue huésped de los Visconti en Milán. En 1362 visitó Venecia y le dieron una casa a cambio de que donara todos sus libros cuando falleciera. En Venecia le visitó su amigo Boccaccio. Abandonó Venecia tras discutir con cuatro jóvenes filósofos a quienes escribió De suis ipsius et multorum ignorantia. Pasó por Padua y finalmente se instaló en Arquà. A esta ciudad llegó su hija con el marido, viviendo unos años felices. Petrarca permaneció en esta ciudad hasta su muerte.

Obras latinas

Las obras latinas, prosas y poemas, son más numerosas que su producción en vulgar, toda ella en verso. Es muy importante su epistolario donde, sugestionado por Cicerón y Séneca, quería pasar como ellos a la historia. Publicó 24 libros de epístolas: Rerum familiarum, con 350 cartas, algunas incluso en verso, escritas entre 1325-1366. De las Familiares, excluyó 19 cartas, tituladas Sine nomine, sobre la curia de Aviñón. Existen otras 120 epístolas Rerum senilium, reunidas en 17 libros, escritas entre 1361-1374, posiblemente con ellas quisiera concluir Epístola ad posteros o Posteritati, que nos ha llegado aparte y es una autobiografía hasta el 1371. Hay 57 cartas, las Variae y 66 Epistolae metricae, en hexámetros; junto a ellas se sitúan las 12 églogas del Bucolicum carmen, 1346-48, sobre temas históricos, inspirados en Virgilio. Dirigió varias epístolas a personajes relevantes, como son: al médico de Clemente VI Invectivae contra medicum, 1352-53; Invectiva contra quendam magni status hominem sed nullíus scientiae aut virtutis, 1355, contra el cardenal Jean de Caraman; De suis ipsius et multorum ignorantia, 1367, defensa de los principios agustinianos frente al averroísmo; Invectiva contra eum qui maledixit Italiae, contra Jean de Hesdin. Pretendió resucitar la épica clásica al modo de Virgilio con el poema África, sobre la segunda guerra púnica. Inició en Vanchuse una especie de comentario histórico-erudito en prosa al poema De viris illustribus, 1338; sólo quedan 23 biografías de personajes romanos, 12 del Antiguo Testamento y 2 personajes mitológicos. Incompleta es la obra Rerum memorandum libri, 1343-45, sobre anécdotas históricas. No tiene mucho interés el Itinerarium breve de Ianua ad Ierusalem et terram sanctam, 1358, especie de guía para moverse por Tierra Santa.
De 1346 es De vita solitaria, en dos libros, de 8 y 15 capítulos respectivamente, sobre la soledad del literato. Dedicó a su hermano Gherardo y a los cartujos de Montrieux De otio religioso, 1347. De un gran fervor religioso son los Psalmi poenitentiales, 1348. El más medieval de todos sus tratados es De remediis utriusque fortunae, 1354-1366, para saber como resistir las adversidades a través de remedios estoicos. El testamento espiritual de Petrarca lo constituye De secreto conflictu curarum mearum o Secretum, lo redactó en 1342-43 y lo retocó en Milán en 1353-1358. Consta de tres libros y trata sobre discusiones inventadas con san Agustín. Por tanto, es un libro de profunda meditación cristiana sobre la muerte.

El Cancionero y Los Triunfos

Dedicó toda la vida a componer el Cancionero (Canzoniere), desde 1335 hasta su muerte. Esta obra sirvió durante siglos de modelo de poesía amorosa.
La redacción más tardía del Cancionero es Rerum vulgarium fragmenta que consta de 317 sonetos, 29 canciones, 9 sextinas, 7 baladas y 4 madrigales. Las poesías excluidas fueron reunidas en Rimas dispersas o extravagantes.
La canción I'vo pensando, et nel penser m'assale divide el Cancionero en dos partes: en vida y en muerte de Laura. No canta la pasión en el nacimiento y desarrollo, sino más bien su alma inquieta, de psicología frágil, en conflicto entre el ideal y la realidad. Obtuvo una unidad estilística de admirable equilibrio: por una parte rechazó las asperezas realistas dantescas, por otra englobó las experiencias de la poesía provenzal cortés y del stilnovo. Más decepcionante es el poema en vulgar Triunfos, iniciado antes de 1340 y terminado en 1374; consta de seis cuadros: el Triunfo del Amor, del Pudor, de la Muerte, de la Fama, del Tiempo, y de la Eternidad. Está en la línea de los poemas medievales alegórico-didácticos.

Difusión

La difusión fue enorme no sólo en Italia sino en toda Europa; el fenómeno denominado petrarquismo se extendió rápidamente. Su amor por los clásicos anunció el advenimiento del humanismo, con la recuperación de los autores clásicos, desde Cicerón a Vitruvio. Su humanismo es un hecho de conciencia y de moral: desde lo externo buscó el interior del hombre.


Petrarca vivió toda su vida de ser auxiliar funcionario de los grandes señores, en un cierto momento de la familia cardenalicia romana de los Colonna
En otros momentos sirvió a la política de un señor de Parma
También recibía beneficios eclesiásticos en diversas catedrales de Italia, se ordenó para poder tener esos beneficios.
Su vida no era ejemplar, pero si no hubiera sido un lacayo de estas familias nunca hubiera sido el padre del Renacimiento.
Fue un canónigo inútil, siempre ausente, pero cobrando beneficios eclesiásticos, allí lleva una vida próspera.
Se llamaba Petraco
20 julio 1304 Arezzo 18 al 19 de julio de 1374
Su padre compañero de Dante sale desterrado para evitar que le corten la mano derecha castigo para los güelfos blancos. Dante florentino de origen no por modo de comportarse
El padre de Petrarca era notario, muy vinculado a Avignon donde estaba sede papal, así que se instala allí.
Se instalan en carpentrás, ciudad de negocio cerca de Avignon y allí se forma entre gentes de pluma, notarios, procuradores, escribanos de alto nivel , sociedad urbana, de pequeñas repúblicas con actividad comercial y diplomática muy importante.
Los intelectuales notarios de la época la necesidad de perfeccionarse y para ello recurren a la literatura, el mejor ejemplo de la escritura.
Así descubren los clásicos latinos,
pero Virgilio y Cicerón son algo más que lecturas literarias, en la época,
se siente la nostalgia del pasado imperial, de la grandeza, que se propone como remedio para las insuficiencias de los propios tiempos, y la literatura que recuerda a esa época es capaz de crear un mundo falso.

todo lo que dice petrarca está pasado por la literatura, es mentira, mentía hasta en su edad, unas veces por coquetería de ser más joven y otras por coquetería de ser más viejo. Cuando su padre vio su pasión por la literatura antigua, le quemó todos los libros, salvo un cicerón que creyó que podía ser un buen ejemplo de retórica para quien debía ser notario, por lo importante que era cuidar la forma. Su profesión y sus intereses van unidos.

Fue un funcionario de alto rango y poseedor de beneficios eclesiásticos muy rediticios.

Primer momento deslumbrado por grandes autores clásicos latinos. Petrarca nunca llegó a saber griego y es un enamorado de la superficie de la literatura clásica.

Sus dos grandes proyectos literarios son una epopeya, el África, que no terminó nunca, y una colección de retratos de grandes personajes de la historia de Roma. Antes había escrito mucha literatura en lengua romance. Pero sin gran repercusión.
También algunas epístolas en verso de tipo medieval sobre el papado trasladado a Avignon que esperaba que retornara a Roma.
Tenía cierto prestigio como poeta patriótico.

Con poco bagaje poético, en 1341 consigue que el rey de Nápoles, Roberto de Angiou, le confiera el laurel de poeta, concesión a la que en vano había aspirado Dante, costumbre que hoy en día solo se mantiene en Oxford.

A partir de entonces se da cuenta de lo artificial y vana que es la actividad a la que está dedicado, esa imitación de los antiguos no lo satisface, no le da ocasión de expresarse como individuo.

Petrarca redescubre a Vitruvio, que es la base del Renacimiento,

Era Petrarca muy plañidero, le gustaba llorar,
vivía la lectura,

Cambia de rumbo, pasa de la filología , restaurando textos y cotejando manuscritos, a la filosofía. Como filólogo, le debemos conocer a gran parte de los clásicos latinos, fue un gran difusor de los textos antiguos.
Pasa del deseo de fama al deseo de hacer cosas más trascendentales y reales. Ahí forja su ideal intelectual, que es un saber que parte de los clásicos y que llegue al corazón, a los sentimientos del lector para hacerlo mejor moral y religiosamente. El cambio fue al ver que había llegado a la cima de las letras desde la superficialidad, sin hacer algo grande.
Se propone demostrar que las letras clásicas no solo no deben estar vetadas como lo estaban para un cristiano, sino que deben ser la base para la perfección espiritual o moral. Esto es algo básico en el humanismo. Así petrarca descubre el terreno de la moral, nos muestra que los antiguos son ejemplos de moral, con ejemplos poderosos de cómo obrar.
Los humanistas falsificaron sus traducciones y trabajos para justificar estas ideas.
¿Cómo quienes no han conocido la verdad cristiana pueden dar lecciones de moral? Platón, Cicerón... y así surge la idea de que había habido una revelación previa a los paganos, toda verdad lleva a la verdad.
Petrarca indaga en las letras clásicas con un sentido religioso.
Platón y Sócrates son testimonios de esa revelación precristiana.
Con esas ideas escribe sus grandes obras de madurez.


En Ingnorancia Petrarca defiende la razón guiada por la fe, se decía ignorante como las viejecitas religiosas, en esto coincide con Azorín.




En nuestra cultura contemporánea, Petrarca es recordado casi exclusivamente
por su poesía en lengua vulgar, especialmente por el Canzoniere o Rerum vulgarium
fragmenta (1470), colección poética que consta de 366 composiciones,
mayoritariamente sonetos, treinta canciones, nueve sextinas y unas cuantas baladas y
madrigales. El poeta canta su amor por Laura, a la que dice haber conocido en Aviñón
el Viernes Santo de 1327. La historia de amor se desarrolla en dos grandes secciones,
una in vita y otra in morte de Laura. Las Rimas petrarquescas fueron una obra clave
del Renacimiento, ejemplo poético de una nueva conciencia, afín al gusto y a las
inquietudes de la época renacentista. Petrarca fue el gran modelo de la poesía lírica en
lengua vernácula para los poetas de toda Europa, en parte gracias a la canonización
propiciada por el humanista y poeta italiano Pietro Bembo, que promovió su elevación
a paradigma único y óptimo, desde el punto de vista estilístico, cultural y humano.




A una joven en un verde laurel


Vi más blanca y más fría que la nieve
que no golpea el sol por años y años;
y su voz, faz hermosa y los cabellos
tanto amo que ahora van ante mis ojos,
y siempre irán, por montes o en la riba.

Irán mis pensamientos a la riba
cuando no dé hojas verde el laurel;
quieto mi corazón, secos los ojos,
verán helarse al fuego, arder la nieve:
porque no tengo yo tantos cabellos
cuantos por ese día aguardara años.

Mas porque el tiempo vuela, huyen los años
y en un punto a la muerte el hombre arriba,
ya oscuros o ya blancos los cabellos,
la sombra ha de seguir de aquel laurel
por el ardiente sol y por la nieve,
hasta el día en que al fin cierre estos ojos.

No se vieron jamás tan bellos ojos,
en nuestra edad o en los primeros años,
que me derritan como el sol la nieve:
y así un río de llanto va a la riba
que Amor conduce hasta el cruel laurel
de ramas de diamante, áureos cabellos.

Temo cambiar de faz y de cabellos
sin que me muestre con piedad los ojos
el ídolo esculpido en tal laurel:
Que, si al contar no yerro, hace siete años
que suspirando voy de riba en riba,
noche y día, al calor y con la nieve.

Mas fuego dentro, y fuera blanca nieve,
pensando igual, mudados los cabellos,
llorando iré yo siempre a cada riba
por que tal vez piedad muestren los ojos
de alguien que nazca dentro de mil años;
si aún vive, cultivado, este laurel.

A oro y topacio al sul sobre la nieve
vencen blondos cabellos, y los ojos
que apresuran mis años a la riba.

miércoles, 11 de noviembre de 2015

Otelo, el moro de Venecia

Petrarca

https://www.youtube.com/watch?v=WWYul1XVdno

ejemplos análisis morfológico


los:

Artículo determinado, masculino, plural. Morfema independiente simple.
editores:
Sustantivo, común, concreto, contable, individual, género variable (masculino), número plural. Palabra derivada formada por:
     edit-  (lexema)
     -or-   (morfema dependiente derivativo, sufijo no apreciativo para formar sustantivos)
     -es    (morfema dependiente flexivo número plural)
acaban de lanzar:
Verbo, 3ª persona del plural, del presente de indicativo, aspecto imperfectivo, voz activa, de la perífrasis aspectual terminativa “acabar de lanzar”. La estructura morfológica de la perífrasis es:
     -acaban (verbo auxiliar)
     -de (morfema independiente nexivo)
     -lanzar (verbo regular de la 1ª conjugación; formado por el lexema “lanz-” y “ar”, morfema dependiente derivativo, sufijo no apreciativo para la formación de infinitivos de la 1ª conjugación)
una:
Artículo indeterminado, femenino, singular. Morfema independiente simple.
campaña:
Sustantivo, común, abstracto, de fenómeno, género invariable (femenino), número singular. Palabra simple formada por el lexema “campaña”.
para:
Preposición. Morfema independiente nexivo, simple, invariable.
fomentar:
Verbo, infinitivo simple, voz activa, del verbo regular de la 1ª conjugación “fomentar”. Palabra derivada formada por:
     foment-  (lexema)
     -ar         (morfema dependiente derivativo, sufijo no apreciativo para la formación de infinitivos de la 1ª conjugación)
lectura:
Sustantivo, común, abstracto, de fenómeno, género invariable (femenino), número singular. Palabra derivada formada por:
     lect-   (lexema)
     -ura   (morfema dependiente derivativo, sufijo no apreciativo para la formación de sustantivos abstractos de fenómeno)
hacen:
Verbo, 3ª persona del plural, del presente de indicativo, aspecto imperfectivo, voz activa, del verbo irregular de la 2ª conjugación “hacer”. Palabra simple formada por:
     hac-  (lexema)
     -e-   (morfema dependiente flexivo, desinencia verbal: vocal temática de la 2ª conjugación)
     -n    (morfema dependiente flexivo: desinencia verbal: 3ª p. del plural)
bien:
Adverbio nocional de modo. Palabra simple (lexema independiente). Invariable. 
al parecer:
Locución adverbial (conectivo: marcador del discurso).
en:
Preposición. Morfema independiente nexivo, simple, invariable.
este:
Adjetivo determinativo demostrativo, género variable (masculino), singular. Morfema independiente simple.
país:
Sustantivo, común, concreto, contable, individual, género invariable (masculino), número singular. Palabra simple formada por el lexema “país”.
sólo:
Adverbio de modo. Palabra simple. Invariable.
a diario:
Locución adverbial temporal.
dieciocho:
Pronombre numeral cardinal, género común (masculino), número singular. Es una palabra compuesta por yuxtaposición de morfemas en origen independientes (diez + y + ocho).
ciento:
Pronombre numeral cardinal, género común (masculino), número singular. Morfema independiente simple.
población:
Sustantivo, común, abstracto, de fenómeno, género invariable (femenino), número singular. Palabra derivada formada por:
     pobl-    lexema
     -a-       morfema dependiente flexivo, vocal temática de la 1ª conjugación
     -ción    morfema dependiente derivativo, sufijo no apreciativo para formar sustantivos abstractos de fenómeno
mientras que:
Locución conjuntiva temporal. Formada por:
     -mientras: adverbio determinativo de tiempo (simultaneidad). Simple, invariable.
     -que: conjunción subordinante adverbial. Morfema independiente nexivo. Simple, invariable.
todos:
Adjetivo determinativo indefinido, género variable (masculino), número plural. Morfema independiente, simple. (Se podría descomponer en : tod-o-s).
días:
Sustantivo, común, abstracto, de fenómeno, género invariable (masculino), número plural. Palabra simple formada por:
     día-  lexema
     -s     morfema dependiente flexivo, nº plural
se aceporran:
Verbo, 3ª persona del pl., del presente de indicativo, aspecto imperfectivo, voz activa, del verbo regular de la 1ª conjugación “aceporrarse”. Palabra simple formada por:
     se:        morfema independiente (constituyente morfológico del verbo)
     a-:        morfema dependiente derivativo prefijo
     -ceporr- lexema
     -a-        morfema dependiente flexivo, desinencia verbal: vocal temática de la 1ª conjugación
     -n         morfema dependiente flexivo, desinencia verbal: 3ª p. del plural.
televisión:
Sustantivo, común, concreto, contable, individual, género invariable (femenino), número singular. Palabra simple derivada formada por:
     tele-    morfema dependiente derivativo, prefijo de origen griego ‘lejos’
     -vis-    lexema
     -ión     morf. depend. derivativo, sufijo no apreciativo para formar sustantivos
(También puede considerarse una palabra compuesta tele+visión)
y:
Conjunción coordinante copulativa. Morfema independiente nexivo. Simple, invariable.
casi:
Adjetivo determinativo indefinido. Morfema independiente, simple. Invariable.
mitad:
Sustantivo, común, abstracto de cantidad precisa, género invariable (femenino), número singular. Palabra simple.
españoles:
Sustantivo (adjetivo sustantivado), común, concreto, contable, individual, género variable (masculino), número plural. Palabra derivada formada por:
     españ-   lexema)
     -ol-        morf. depend. derivativo, sufijo no apreciativo para la formación de adjetivos
     -es        morf. depend. flexivo, morfema de número plural) 
mayores:
Adjetivo calificativo, género común (masculino), número plural, grado comparativo de superioridad (irregular de “grande”). Palabra simple formada por:
     mayor-   (lexema)
     -es   (morf. depend. flexivo, morfema de número plural)
de:
Preposición. Morfema independiente nexivo, simple, invariable.
dieciocho (años):
Adjetivo determinativo numeral cardinal, género común (masculino), número singular. Es una palabra compuesta por yuxtaposición  de morfemas en origen independientes (diez + y + ocho).
años:
Sustantivo, común, abstracto de fenómeno, género invariable (masculino), número singular. Palabra simple:
     año-  lexema dependiente
     -s      morfema dependiente flexivo, morfema de número plural
jamás:
Adverbio determinativo de tiempo y negación. Lexema independiente. Simple, invariable.
leen:
Verbo, 3ª persona del plural, del presente de indicativo, aspecto imperfectivo, voz activa, del verbo regular de la 2ª conjugación “leer”. Palabra simple formada por:
     le-   lexema dependiente
     -e-   morfema dependiente flexivo, desinencia verbal: vocal temática de la 2ª conjugación
     -n    morfema dependiente flexivo: desinencia verbal: 3ª p. del plural.
nada:
Adverbio nocional de cantidad (y negación). Lexema independiente. Simple, invariable.
me:  (pregunto)
Pronombre personal reflexivo, átono, 1ª persona del singular. Morfema independiente, simple.
pregunto:
Verbo, 1ª persona del sing., del presente de indicativo, aspecto imperfectivo, voz activa, del verbo regular de la 1ª conjugación “preguntar”. Palabra simple formada por:
     Pregunt-   lexema dependiente
     -o             morfema dependiente flexivo, desinencia verbal
sinceramente:
Adverbio nocional de modo. Palabra derivada formada por:
     sincer-    lexema dependiente
     -a-          morfema dependiente flexivo, género femenino
     -mente-   morfema dependiente derivativo, sufijo no apreciativo para la formación de adverbios de modo.
cómo:
Adverbio interrogativo. Lexema independiente. Simple, invariable.
se:
Morfema independiente (constituyente morfológico del verbo)
las:
Pronombre personal átono, 3ª p. del pl., femenino. Morfema independiente, simple.
arreglan:
Verbo, 3ª persona del plural, del presente de indicativo, aspecto imperfectivo, voz activa, del verbo regular de la 1ª conjugación  “arreglar”. Palabra simple formada por:
     arregl-  lexema dependiente
     -a-        morfema dependiente flexivo, desinencia verbal: vocal temática de la 1ª conjugación
     -n         morfema dependiente flexivo: desinencia verbal: 3ª persona del plural.
sobrevivir:
Verbo, infinitivo simple, voz activa, de un verbo regular de la 3ª conjugación . Palabra derivada formada por:
     sobre-   morfema dependiente derivativo, prefijo
     -viv-      lexema dependiente
     -ir         morfema dependiente derivativo, sufijo no apreciativo para la formación de infinitivos de la 3ª conjugación
sin:
Preposición. Morfema independiente nexivo, simple, invariable.
libros:
Sustantivo, común, concreto, contable, individual, género invariable (masculino), número plural. Palabra simple formada por:  
     libro-     lexema dependiente
     -s          morfema dependiente flexivo, morfema de número plural
existencia:
Sustantivo, común, abstracto, de fenómeno, género invariable (femenino), número singular. Palabra derivada formada por:
     exist-     lexema dependiente
     -encia    morfema dependiente derivativo, sufijo no apreciativo para la formación de sustantivos abstractos
me:
Pronombre personal , átono, 1ª persona del singular. Morfema independiente, simple.
mucho:
Adverbio nocional de cantidad. Lexema independiente. Simple, invariable.
más:
Adverbio nocional de cantidad. Lexema independiente. Simple, invariable.
gris:
Adjetivo calificativo, de una terminación (aquí género femenino), nº singular, grado comparativo. Palabra simple.
y:
Conjunción coordinante copulativa. Morfema independiente nexivo. Simple, invariable.
mezquina:
Adjetivo calificativo, de dos terminaciones (aquí género femenino), nº singular, grado comparativo. Palabra simple formada por:
     mezquin-       lexema dependiente
     -a                 morfema dependiente flexivo, género femenino.