La pobreza es real
juan josé millás 25.01.2014 | 02:10
Los del Foro de Davos, que tienen mucha pasta, podrían patrocinar un
encuentro anual de indigentes económicos para ver qué opinan los
pobres acerca de la situación mundial. ¿O solo las opiniones de los
ricos nos interesan? Les saldría tirado de precio y mejorarían su
imagen de marca. ¿Qué cuesta reunir a 200 necesitados en un hotel,
no sé, de Benidorm, en temporada baja? Cuatro euros. Si Coca Cola
estuviera entre los impulsores de esta idea revolucionaria, lavaría
el desperfecto que está llevando a cabo con el cierre de cuatro o
cinco plantas que va a dejar en la calle a 700 personas. No es fácil
compatibilizar la chispa de la vida y los congresos sobre la
felicidad con el despido innecesario de trabajadores. Pero si
patrocina el Foro de Benidorm, se lo perdonamos. Aquí se perdona
todo. De hecho, el foro de Davos debería estar prohibido mientras
entre sus conclusiones no aparezca la necesidad de acabar con los
paraísos económicos y con el trato fiscal de privilegio para los
ricos. Ya lo dijo aquel millonario: Pago yo menos impuestos que mi
secretaria. Las opiniones de los del Foro de Davos no tienen mayor
relevancia que la del señor que pide limosna a la puerta de la
parroquia, y no solo porque acudan a él gente de la solvencia
intelectual de Ana Botella, sino porque el pobre de la puerta de la
parroquia puede narrar con detalle cómo llegó ahí desde la clase
media. Significa que el Foro de Davos está completamente cojo sin el
complemento del Foro de Benidorm. Por cierto, que no hemos hablado de
los beneficios ideológicos que supondría para esta ciudad, o para
cualquier otra, la celebración de esta suerte de congreso. Deberían
empezar ya a ofrecerse, no nos vaya a ganar la partida un país
nórdico. Las noticias que se refieren a Davos utilizan el término
"líderes" para referirse a sus participantes. Líderes por
aquí, líderes por allá, líderes por acullá. Aceptar, por seguir
con el ejemplo, a Ana Botella como líder viene a ser como aceptar
pulpo como animal de compañía. Hay algo en ese Foro profundamente
anormal, falso. En el de Benidorm, si finalmente se celebrara allí,
todo sería auténtico. Pocas cosas tan reales como la pobreza.
Comentario:
El artículo de opinión “La pobreza es real” tiene como tema
el concepto de que se da mucha importancia a grupos de expertos
adinerados como el Foro de Davos mientras no se escucha lo que
piensan los más pobres.
Como
resumen, destacamos que en el artículo citado, el autor, Juan
José Millás propone con cierta dosis de ironía la utópica idea de
que se cree un foro de la pobreza en donde en lugar de reunirse los
ricos a hablar de los problemas mundiales, se reúnan los pobres. El
autor argumenta lo barato que saldría y cómo serviría para limpiar
la imagen de empresas como Coca-Cola, que tras el reciente despido de
centenares de personas en una fábrica Española ha quedado en cierto
descrédito. Sobre todo plantea el escritor que este foro propuesto
por él tendría una mayor dosis de realidad que el de Davos, en el
que encuentra algo “profundamente anormal, falso”.
En
lo referido al esquema organizativo, el texto comienza con una
introducción, en el primer párrafo, en donde el autor expone al
menos una parte de su tesis, a saber, que debería crearse un
foro donde se escuche las voces de los pobres. Esta primera parte
comprende desde “Los del foro de Davos (...)” hasta “¿O solo
las opiniones de los ricos nos interesan?.
Encontramos
una segunda parte donde se desarrolla un proceso argumentativo que
sostiene la tesis y aporta datos concretos e ideas. Esta segunda
parte, de desarrollo, comienza en “Les saldría tirado” y
finaliza en “como animal de compañía”. En esta segunda parte
encontramos algunos argumentos que sostienen la tesis, como,
por ejemplo, un argumento del tipo generalización indiscutible,
puesto que resulta evidente, como dice, que “Les saldría tirado de
precio” “reunir a 200 necesitados en un hotel, no sé, de
Benidorm, en temporada baja”. Además en este primer párrafo
hallamos una idea secundaria como es el despido de 700
trabajadores por parte de la empresa Coca-Cola; Millás cita este
ejemplo como argumento de contraste al contraponer lo que
predica la empresa, alude a su eslogan “La chispa de la felicidad”,
frente a la realidad del despido de centenares de trabajadores.
Todavía
en esta segunda parte, aunque ya en el segundo párrafo se utiliza el
argumento de la cita aludiendo a una anécdota ya de dominio público
cuyo protagonista no desvela, nos referimos a cuando escribe “Ya lo
dijo aquel millonario: pago yo menos impuestos que mi secretaria”.
Aquí introduce con este proceso otra idea secundaria, que es la
necesidad de acabar con los paraísos fiscales para evitar que los
más ricos no paguen impuestos. En esta parte además el autor
ironiza hablando de la “solvencia intelectual” de Ana Botella,
que forma parte del Foro de Davos, utilizando como argumento de
verdad evidente el dar por supuesto que la ex alcaldesa de Madrid no
es una referencia intelectual pese a estar en el foro; en esta idea
se explaya a lo largo del tercer párrafo también, cuando utiliza el
argumento de la analogía y da a entender que el carácter de Ana
Botella cómo líder es similar al del pulpo como animal de compañía.
Por
último, la tesis la completa al final del último párrafo,
desde “Hay algo” hasta “como la pobreza”, en donde da a
entender que, desde su punto de vista, el Foro de Davos es falso
mientras, como nos indica en el título del artículo, la pobreza es
real, motivo por el que debería escucharse lo que piensan los
pobres.
Desde
mi punto de vista, considero que las opiniones de Juan José
Millás están muy acertadas y tiene la virtud de poner el foco donde
debe estar. Nos hace reflexionar sobre la idea de que los medios de
comunicación, y los lectores, deberían fijarse menos en los ricos
del Foro de Davos, pues considera que tienen una versión sesgada e
interesada de la realidad. Coincido con el autor y creo que su
propuesta, aunque tenga un carácter utópico e irónico, debería
ser una realidad. Cabe preguntarse cuántas veces hemos escuchado
hablar en televisión a los pobres, a los pobres de verdad y de
diferentes condiciones, exponer cuáles son sus problemas y sus
propuestas para solucionarlos. Los pocas veces que aparecen
indigentes en televisión o en medios de comunicación suele ser para
tratar su problemática desde una perspectiva amarillista y
sensacionalista, en programas de telerrealidad como Callejeros. Y
todavía cabría preguntarse más, ¿cuántas veces han podido esos
pobres, esos indigentes, plantear sus problemas a quienes tienen
posibilidades de resolverlos, a los ricos, a los políticos?
Considero, por tanto, que se hace necesario no solo poner el foco en
las personas que sufren la pobreza (pues los ricos ya se preocupan
ellos mismos de ser cada día más ricos) sino, además, que expongan
sus necesidades en entornos donde se les trate con respeto y se les
tenga en cuenta.
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